lunes, 31 de agosto de 2015

El regreso (por Maximiliano J. Caviglia)

Mente turbada, obnubilada,
Rígida, abrumada
Afligida por la rutina.

Cuerpo cansado
Extenuado hasta el extremo
Envejecido y torpe.

Espíritu alienado
Distante, meditabundo
Paciente espera.

Llega la calma
Volver a la esencia
Corazón motor.

La vista lejana
Puesta más allá
Horizonte lejano.

El hombre camina
Confiado, con paso firme
Despojado acompañado.

jueves, 29 de enero de 2015

Capítulo I - La nube gris (por Maximiliano J. Caviglia)

Me desperté sobresaltado por la radio despertador que suena siempre por encima de los 65 dB, única forma de arrancarme del pesado sueño característico en mi. Luego de reaccionar ante lo aturdido del despertar, mis ojos se fueron acomodando a la claridad, pues en estos días de verano a las seis de la mañana el sol radiante ya hizo su aparición por el horizonte.
Bajé el volumen de la radio, ya que su función la había cumplido, estaba despierto y dispuesto a comenzar un nuevo día.
Este día amaneció particularmente fresco, ya que se hacía evidente una suave condensación en los vidrios de la ventana. Efecto típico que se observa en las superficies donde hay una diferencia apreciable de temperatura entre ambos lados lo que lleva al aire sobre la cara más caliente al punto de rocío y así condensar la humedad que contiene.
La radio al despertar está siempre clavada en el mismo dial desde hace varios años. Un programa periodístico que comenta los titulares de los principales diarios, tanto oficialistas, como opositores, lo que me permite empezar el día medianamente informado, con las distintas noticias y puntos de vista.
Por la orientación hacia el este de la ventana, la luz solar entra bien de lleno invadiendo casi todos los rincones del mono ambiente que me hace de hogar y le da una luminosidad impecable. Como así también lo puede volver un tanto sofocante si el día viene acompañado de altas temperaturas.
El baño matinal le brinda un refresco adicional a mi cuerpo y termina de despabilarme.
Asiento con la cabeza y sigo el ritmo de una conocida canción que acertaron pasar por la radio, mientras me voy preparando el desayuno. Dicen que el desayuno debería ser la comida más importante del día. Siempre recuerdo un enunciado que dice: “desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo”. Generalmente hago como todos los mortales, que es exactamente al revés. Y esta vez no fue la excepción. Un simple vaso de leche con cacao en polvo y un poco de azúcar, acompañados de dos tostadas con manteca y mermelada me bastan para iniciar el día.
Preparo mis elementos de trabajo, que no son más que unas carpetas, anotaciones, lapiceras, lápiz mecánico, calculadora, una cinta métrica y papeles “borrador” de esos que ya fueron utilizados de una de sus caras. Todo eso se acomoda de manera más o menos ordenada dentro de una mochila que ya aparenta mas uso del que realmente tiene.
Es entonces cuando escucho una sirena que se aproxima, al pasar por la puerta de mi casa se hace perceptible el Efecto Doppler, ese cambio de frecuencia que genera un cambio del sonido a más grave cuando se acerca al receptor. El hecho es que la sirena me hizo abrir la puerta para ver de que se trataba. Fue entonces cuando descubrí que una densa nube gris cubría la vereda y la calle. Decidí salir a investigar y otra sirena me sorprendió llegando tan rápido como la anterior. Y un oficial de la policía bonaerense, que reconocí por su uniforme azul oscuro, apareció de repente, se dirigió a mí solicitando ayuda.

martes, 27 de enero de 2015

La calor (por Maximiliano J. Caviglia)

La calor me hace transpirar
Sudar la camisa
Y la axila manchar.

La calor me hace beber
Agua, gaseosa, fernet
O lo que a mano pueda tener.

La calor me hace juntar
Los bichitos que se mueren
Porque tanto calor no pueden aguantar.

La calor me hacer regar
Las plantas y el jardín
Porque agua quieren tomar.

La calor me hace gastar
El jabón que uso
Varias veces para bañar (me).

domingo, 25 de enero de 2015

Ese no se qué (por Maximiliano J. Caviglia)

Tú tienes ese “no se que”
Que hace que reconozca
Tu voz en una multitud.

Tú tienes ese “no se que”
Que de solo mirarte a los ojos
Se estrecen mis 650 músculos.

Tú tienes ese “no se que”
Que poder oír tu voz
Relaja mis tensiones.

Tú tienes ese “no se que”
Que compartir tus experiencias
Expanden las mías.

Tú tienes ese “no se que”
Que tu sonrisa radiante
Contagia otra en mi cara.

Tú tienes ese “no se que”
Que sin saberte te busque
Que sin tenerte te encuentre.

jueves, 22 de enero de 2015

Puntos blancos (por Maximiliano J. Caviglia)

Puntos blancos, pequeños y diminutos, resplandecen, parpadean, llamando la atención de los observadores, de los enamorados, de científicos y navegantes errantes.
Puntos blancos, la noche es su hogar, se juntan, aparecen graciosos, formando figuras extrañas o no tanto, dependiendo de quien las mire. Entre tres pueden formar un oso o necesitar hasta siete para dibujar una sartén.
Puntos blancos, que son de lo más humildes, ya que aunque midan miles de kilómetros de diámetro una simple lamparita oculta su luminosidad.
Puntos blancos, miles de millones de ellos hay esparcidos en la noche oscura, sin poder contarlos siquiera. Ofrecen un paisaje de hermosura única y ancestral, invitando a descubrir sus maravillas escondidas.
Puntos blancos, que lejanos están, apenas podemos verlos unas horas y dicen que tal vez ya no existan, pues es su huella luminosa la que vemos.

Puntos blancos tan distantes, y a la vez nosotros, fruto de ese mismo polvo cósmico estamos hechos. Hermanados de alguna forma, contamos la misma historia. Dependerá tal vez entonces, de cuanto brillemos en vida, para que nuestra huella luminosa anime a otros aventureros a seguir con el ciclo del cosmos y las ansias del vivir.

jueves, 15 de enero de 2015

Solo (por Maximiliano J. Caviglia)

Solo ese minuto que desaproveché
Quiero poder recuperar.

Solo esa mirada que no supe ver
Quiero volver a mirar.

Solo esa mano que no quise dar
Quiero poder brindar.

Solo esa palabra que no me animé a decir
Quiero poder regalar.

Solo ese silencio que debí ofrecer
Quiero volver a escuchar.

Solo sé que nada
Solo puedo hacer.

sábado, 10 de enero de 2015

Ese airecito (por Maximiliano J. Caviglia)

Una suave brisa atrevida y curiosa
Sin permiso entra por mi ventana
Inundando de aromas y fragancias
La sofocada habitación inmóvil.

Trae del afuera, los murmullos
De amigos, parejas, familias
Que se quedan enredados
En las fotos colgadas de la pared

A veces el olor a tierra mojada
Avisa sobre una lluvia inminente
Y las plantas ansiosas reverdecen
De sólo pensar en el ansiado refresco.

En las tardes de verano
Parece traer al mismo astro sol
Entibiando todo cuanto pasa
Indiferente al agobio regalado

Cuando viene ese airecito
Fresco y rico en olores a hierbas
Despierta emociones y sensaciones
Que abierta mi ventana mantiene.